El 16 de junio mis papás dieron positivo para COVID-19. Mi papá tenía 73 años y mi mamá 67. Ellos comenzaron con los síntomas comunes como tos, fiebre y diarrea. Al principio todo fue leve, pero su salud empeoró dos semanas después de haber sido diagnosticados, al punto de tener que buscar asistencia médica urgente. Mi mamá era la más propensa a complicaciones, debido a que padecía de insuficiencia renal crónica. Intentamos trasladarla al hospital, pero los bomberos no tenían unidades suficientes. Hicimos lo que pudimos en casa con oxígeno y medicamentos, pero no bastó. El 28 de junio, a las 5:00 pm, mi mamá falleció debido a la falta de oxígeno.
Apenas unas horas después del fallecimiento de mi mamá, llamamos a los Bomberos Municipales y nos asignaron una unidad para trasladar a mi papá al Hospital General San Juan de Dios. Debido a su estado grave y su necesidad urgente de oxígeno, hablé directamente con un doctor que estaba en la entrada, pero me indicó que no podía recibirlo porque no había ni camas ni oxígeno disponibles. Su recomendación fue que tratara a mi papá en casa y así se hizo. El 29 de junio, a las 7:30 am, mi papá falleció debido a sus complicaciones.
El presidente se jacta de ayudar con el Bono Familia y de “abastecer” los hospitales, pero solo es una pantalla. Mis padres fallecieron por la falta de atención médica y no creo ser la única que lo ha vivido. Necesitamos alzar la voz y hacer que todos vean lo que está pasando detrás de esa nube de humo que ha creado el gobierno.
Foto: Esteban Biba